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UN PEQUEÑO RELATO
Llevo bastante tiempo soñando el mismo sueño. Es un sueño continuo, es decir, al dormirme por la noche y empezar a soñar, el sueño sigue en el punto en que se quedó la noche anterior. Es como si viviera otra vida adentro del sueño, por episodios, todas las noches. Al principio era curioso y lo disfrutaba, pero ahora me gustaría haber soñado otras cosas como toda la gente, e inclusive, nunca haber soñado. En esa otra vida, la que vivo en sueños, la otra noche estaba muriendo.
En algún punto pensé que al cumplir 25 años debía ya estar alcanzando las metas que son buenas: una profesión universitaria, un buen trabajo, una casa. Todo eso debía yo alcanzar a esa edad para considerarme exitoso. 
Un noche empecé a soñar otra vida. Otra vida en donde había conseguido todo lo que soñaba, en donde yo era el ganador, donde viajaba por todo el mundo descubriendo cosas que nunca había visto. Mientras en el día yo me aburría con la rutina siempre esperando que algo fuera a suceder, por la noche era un empresario que manejaba una gran empresa. Tenía todo lo que había querido. En sueños.
Soñar otra vida aliviaba mi sensación de fracaso. Pero en la vida en sueños también había dificultades de efectivo apretados, préstamos, planillas, trabajadores problemáticos, impuestos. Dinero había, eso sí, y mucho. Pero era feliz 
Esa vida a pesar de ser atractiva no es fácil. Nadie dijo que sea fácil vivir cualquier vida, pero vivir tras del dinero y del lujo suele ser estresante. Porque siempre hay otro que tendrá más, que será mejor. Siempre habrán otras empresas más grandes, otros personasmás hábiles con mujeres más hermosas y niños más lindos. Siempre los hay.
Pero aprendí que tengo que dejar de soñar y empezar a actuar, que mis días no se vuelvan rutina y así poder disfrutarlos... que al fin y al cabo los sueños, sueños son y que las cosas cuando menos las esperas llegan !

si no tienes sueños ni metas en tu vida, terminaras trabajando para alguien que si los tenga 
LO PEOR DE LA RUTINA ES QUE MATA TU ALMA SIN MATAR TU CUERPO



SUPERADO POR LAS CIRCUNSTANCIAS

 Hay días, ¿verdad?, en los que todo parece producir mareo y estrés y agitación y revuelo y ruido, mucho ruido. Y todo se vive con molestia, incomodidad, tensión. Se desea escapar y huir lejos, refugiarse tras un buen escudo protector, entrar en casa y tirar la llave para no salir más. Se acumula el trabajo que no puedes hacer. No es que no quieras, es que no puedes. Suma, todo suma. No sabes por qué. Hoy despertaste mal, dormiste mal, te acostaste mal ayer. O fueron las personas con quienes estás trabajando las que sufrieron algo de eso. ¿Será el tiempo? ¿Será que ya queda poco para terminar? ¿Será que hay demasiada presión, que terminan ya los plazos? ¿Será…? ¿Será o seré yo? ¡Qué más da lo que sea! El caso es salir de aquí rápidamente. Y en proporción a las ganas crece también la incomodad  No se terminará tan pronto todo. El enemigo ya no está fuera, sino dentro. Y son los deseos. Los propios deseos, la propia tensión, que adelantamos el momento. Toca quedarse y esperar. Aguantar el momento convenientemente, no mostrar debilidades y saber soltar presión, soltar amarras, pensar en otras cosas, no repetirse incansablemente el agobio que tenemos, ni tampoco alterar más las circunstancias por nuestra culpa. Quedarse en lo de siempre, haciendo lo habitual, resistiendo. Esto pasará. Está claro. No se quedará con nosotros, ni nos hundirá con sus movimientos, ni retardará el reloj en su ritmo. A mí personalmente me funciona lo de escaparme cinco minutos del lugar en el que estoy, respirar de otro modo. Nada de músicas, silencio. Nada de compañías que tranquilicen, soledad. E intentar así retomar las riendas. No siempre funciona, ni tiene que hacerlo. Hay días, ¿verdad?, que aprendemos mucho viviendo bajo presión.